miércoles, 21 de noviembre de 2012

EL DIEZMO


DIEZMO

 

Todos alguna vez nos hemos preguntado justo en el momento en que en plena misa pasan recogiendo el diezmo, si realmente está bien distribuido y aplicado en lo que debería usarse, si es obligatorio, de donde proviene su origen ,etc., etc.
 
 

Bueno empezaremos analizando sus orígenes.

El diezmo tanto en su simbología griega como hebrea significa: la décima parte de algo.

En el antiguo testamento el diezmo bíblico era una ordenanza de la Ley mosaica para uso y beneficio de la nación de Israel, la totalidad de este diezmo se entregaba a la tribu de Levi, primero a cambio de no tener herencia de territorio, y segundo, a causa del servicio rendido a sus hermanos, siendo de la casa levítica de Aarón, pues eran los únicos que servían como sacerdotes. A su vez, un décimo del primer diezmo era entregado por lo levitas a los sacerdotes que ministraban en el altar.

Lo que es sorprendente es que los pobres no entregaban diezmo, sino que recibían del diezmo, ya que se esperaba que los pobres  dieran ofrendas voluntarias lo mejor que podían.

A la caridad estamos obligados todos, ya que los que tiene mucho deben contribuir con más, que los que menos tienen, cada uno con nuestras posibilidades, debemos socorrer a los que menos tienen.

Según el Derecho canónico nos menciona 222 1. Los fieles tienen el deber de ayudar a su iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras de apostolado,  y de caridad, y el conveniente sustento de los ministros.

2. también tiene el deber de promover la justicia social, así como, recordando el precepto del Señor, ayudar a los bienes con sus propios bienes.

Lucas 6:38. “Den, y se les dará, se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos ustedes.”

2 Corintios 8:12. “…. Si hay entusiasmo, cada uno es bien recibido con lo que tenga, y a nadie se le pide lo que no tiene. No se trata de que otros tengan abundancia y que a ustedes les falte, sino de que haya igualdad. Ustedes darán de su abundancia lo que a ellos les falta, y ellos, a su vez, darán de lo que tienen para que a ustedes no les falte. Así reinara la igualdad. Lo dice la escritura: Al que tenía mucho no le sobraba y al que tenía poco no le faltaba.”

Tenemos en 2- Corintios 9: 6. “miren: el que siembra con mezquindad, con mezquindad cosechará, y el que siembre sin calcular, cosechará también fuera de todo cálculo. Cada uno  dé según lo que decidió personalmente, y no de mala gana o a la fuerza, pues Dios ama al que da con corazón alegre. Y poderoso es Dios para bendecirles de mil maneras, de modo que nunca les falte nada y puedan al mismo tiempo cooperar en toda obra buena.”

En Lucas 21. La ofrenda de la viuda. “Jesús levantó la mirada y vio a unos ricos que depositaban sus ofrendas en el arca del tesoro del templo. Vio también a una viuda muy pobre que echaba dos moneditas. Entonces dijo: En verdad les digo que esa viuda sin recursos ha echado más que todos ellos, porque todos esos han dado de lo que les sobra, mientras que ella, no teniendo recursos, ha echado todo lo que tenía para vivir.”
 
 

 Desde un punto de vista personal, debería darse a conocer sus orígenes para que las personas conozcan el origen del diezmo, y le den la importancia que requiere, que no se trata de dar lo que nos sobra.

Al igual que muchos de ustedes, me preguntaba al final de cada misa, si valía la pena darlo,  si podían obligarnos a entregarlos, que tan importante resultaba…

Finalmente después de analizarlo y leer un poco sobre este tema, comprendo que efectivamente debemos contribuir al diezmo, no tomándolo como una obligación, si no como un deseo genuino interior de dar un poco de lo mucho que recibimos a diario.

 

jueves, 8 de noviembre de 2012


EL PUENTE DE LOS PERROS

 

No viene  a cabo señalar los defectos de los campechanos, que son muchos, como corresponde a toda comunidad tropical heredera de una tradición que le permite vivir a costa del recuerdo; pero tampoco está de más mencionar que los alegres descendientes de una pintoresca  mezcla de indígenas, comerciantes y piratas cultivan algunas virtudes singulares que, en el plano político les han proporcionado siempre una estabilidad envidiable.

Efectivamente, lo que en otros lugares se resuelve por medio de conflictos, sangrientos, porque nadie está dispuesto a que su gremio sea humillado y de las discusiones se pasa a las trompadas y a los garrotazos, en Campeche se trueca en un mimetismo que ya quisiera para su coleto el más consumado camaleón, los porteños eran peninsularistas y hasta los caballos eran del partido  español; en la época de la efervescencia insurgente eran casi rebeldes; bajo la Republica , republicanos; durante el efímero imperio de Iturbide, monárquicos; y, cuando se enteraron de que la estrella del futuro Su Alteza Serenísima empezaba a fulgurar, se declararon santanistas. Esto último no obsta para que, en 1830, y para evitar fricciones innecesarias y tópicos mal entendidos, los campechanos fuesen paulistas; por aquello de que el comandante militar de la plaza, cuñado del esforzado caudillo veracruzano, se llamaba Francisco de Paula Toro, y porque sonaba  más eufónico ese término que el de toristas.

Don Pancho, en su calidad de jefe castrense de Campeche, no se sabe si poseía atribuciones administrativas propias del poder civil o se las tomaba por su cuenta pero el hecho es que compartía la autoridad con el gobernador Don José Segundo Carvajal quien, nada celoso de los militares, prefería dejar a Don Francisco actuar, toda vez que el coronel se distinguía por su espíritu de progreso. Pues bien, quizá procurando la ventura de los campechanos, o por dar satisfacción a los deseos de su mujer, la virtuosa Doña Mercedes López de Santa Anna de Paula Toro, que gustaba de los paseos dominicales en el campo, hizo que el comandante dispusiera un día construir un puente sobre el canal de desagüe del suburbio de Santa Ana.



Recibió el encargo de realizar la obra el afamado alarife Don José de la Luz Solís, que fue también el arquitecto de la Alameda; y en pocos meses, gracias al empeño y la diligencia del experto maestro, el puente quedó casi listo. Como se anotó Doña Mercedes era aficionada a pasear por la campiña; y en cierta ocasión llegó, en compañía de su marido, a inspeccionar los trabajos del puente. La señora se mostró entusiasmada con la mejora material, y creyó prudente que, además de que sería de indudable beneficio para los habitantes del barrio, a ella le serviría de viaducto para disfrutar de un acogedor rincón de descanso en medio del monte. Examinando lo construido, atrajeron su atención los cuatro extremos en que el puente remataba, por lo que pregunto al alarife ¿Quiere usted decirme, Don  Pepe, para qué son los remates del puente?

Tengo instrucciones de mi coronel aquí presente –contesto el aludido- , de colocar sobre los remates cuatro hermosos pebeteros, que se han pedido a México y se encuentran ya en camino, y que simbolizaran respectivamente el fuego inextinguible de la ciencia, del arte, del pensamiento y del amor.

Después de oír tales palabras, la Señora de Toro no preguntó más, pero guardó un silencio reflexivo.

Transcurridos algunos días Doña Mercedes  bajo de una carruaje frente al puente de ejecución, y tras ella bajó un mocetón que a duras penas sostenía una tráfila a la que estaban sujetos dos magníficos e imponentes mastines. Dirigiéndose a don José de la Luz, la primera dama interrogó: -¿Qué le parecerían las estatuas de Aníbal y Alejandro para rematar el puente?

A lo que respondió  Don José: -Señora, creo serían unos remates admirables; y, por otra parte, estarían acordes con la profesión de mi coronel, ya que tan augustos personajes fueron grandes guerreros.

Dijo Doña Mercedes: -No me he explicado claramente, Don Pepe; yo no estoy hablando de esos conquistadores franceses (Doña Mercedes no era muy versada en historia universal) sino de mis perros, los que ve usted aquí, los que ve usted aquí; ¿no cree que quedarían soberbios como remates del puente?

Aunque cortesano, el señor Solís, que comprendió la intención de la señora de Toro, se atrevió a replicar: -¡Pero Doña Mercedes!¡No pretenderá usted que se modifique el proyecto de mi coronel! ¡Él ha dicho que los pebeteros adornarán el puente, y que serán el símbolo de la constante aspiración de los campechanos, no importa que sean de este barrio, hacia lo alto! Además, los pebeteros llegarán en el próximo barco!

-Mire usted, don Pepe –repuso Doña Mercedes-, yo respeto mucho a mi esposo y sus ideas, pero también adoro a mis perros y consideró que siendo de una raza tan pura y majestuosa como Aníbal y Alejandro deben pasar a la posteridad, y nada mejor que ellos que aprovechar los remates del puente.

Y agregó: -Le ruego, y conste que no acostumbro hacerlo, que en lugar del proyecto original, usted que es un escultor consagrado, se ocupe de modelar cuatro figuras de mis mastines en actitud de ladrar, para que, ya puestos en su sitio, ejerzan la vigilancia permanente de la ciudad. Estoy segura de que de sus hábiles manos saldrán los perros más bellos jamás ha esculpido ningún artista!

Halagado por haber sido ascendido de albañil a escultor, Don José de la Luz ya no respingó, y prometió a Doña Mercedes que atendería su súplica.

Ganada la escaramuza por el lado del obrero, la dama se encaminó a ver a su consorte; y ya frente a él le dijo estas palabras, después de haberlo preparado con un cariñoso beso: -Panchito, hoy recibí carta de mi hermano Toño, y me ha recomendado que yo te salude con un fuerte abrazo. De esas cosas de política que no entiendo, dice que pronto substituirá al general Bustamante (éste era, en 1880, el presidente de la República), y que yo te lo informe. Y también preguntó por Aníbal y Alejandro, los que, como recordarás, él me obsequió; y me dice que le agradaría especialmente que se pusieran efigies de los mastines en el puente en construcción.
 
 

Don Francisco: ¡Mechita, querida mía, no faltaba más! No era necesario que le hablaras a Antonio del puente; basta que tu voluntad sea que las estatuas de tus perros se coloquen allí para que se cumpla tu deseo; y así se hará. Pensándolo bien, serán más artísticos los canes como remates del puente que los pebeteros. ¡Ah! Y cuando le escribas a tu hermano, dile que no se olvide de nosotros.

En esa forma, Aníbal y Alejandro, reproducidos por partida doble, quedaron perpetuados en piedra; no quedaron imponentes de la mano del escultor; ni su actitud se antoja de ladrido vigilante, sino de lúgubre lamento causado por la visión de un alma en pena .

El puente fue inagurado con el nombre de Puente de la  Merced, según una placa conmemorativa en la que se lee la siguiente inscripción:

“Año de MDCCXXX. Se construyó  este puente con el título d la Merced de Santa Anna, bajo la dirección del alarife D. José de la Luz Solís”.

El gobernador Carvajal mandó poner otra placa en el ya desde entonces llamado Puente de los Perros, con la siguiente inscripción:

“Año de MDCCCXXX. Se hizo por disposición del Señor Coronel C. francisco Toro, habiendo contribuido en unión de todo el partido, esta benemérita guarnición gratuitamente a su construcción y la de la alameda.

A pueblos tan virtuosos militares tan recomendables, José Segundo Carvajal reconocido, dedica este documento.”

 

(Tomado del volumen “Campeche a través de sus leyendas”. Ediciones de la Universidad Autónoma de Sudeste. Campeche, Camp; México, 1984)

 

 

 

sábado, 3 de noviembre de 2012

BALUARTE DE LA SOLEDAD, CAMPECHE


BALUARTE DE LA SOLEDAD

 

EL POR QUE DE SU IMPORTANCIA

Es una construcción de fines del siglo XVIII, que por su superficie es considerada la más grande de las ocho que se construyeron para unir el recinto amurallado de la villa de San Francisco de Campeche. Actualmente representa el principal museo de escultura maya de Campeche.


COMO LLEGAR

Se localiza sobre la calle 8 s/n entre 57 y 59, en contra esquina del Parque Principal, en el centro histórico de la ciudad de Campeche.



HISTORIA

El Baluarte de Nuestra Señora de la Soledad, apelativo original de la fortaleza, fue el tercero en construirse, entre 1690 y 1692. Recibe su nombre en honor de la Virgen de la Soledad, patrona de los marinos, y por haberse levantado a la orilla del mar. Su superficie abarca 2,344.18 metros cuadrados, convirtiéndolo en el más grande de los ocho construidos.

Esta construcción comunicaba con dos baluartes: San Carlos y Santiago; sin embargo, gracias a la fortificación de la villa cesaron los ataques piratas, por lo que este baluarte fue usado como bodega de la Aduana, y más adelante, de las tropas federales y el gobierno estatal, durante el movimiento revolucionario.

En 1929 se hace cargo de su administración la Secretaría de Guerra, quien lo destina como habitación de los familiares de algunos oficiales, convirtiéndose así en una vecindad.

Para 1937 el gobierno federal y estatal inician los trabajos de rescate y restauración de este inmueble, el cual se encontraba bastante deteriorado. Una vez restaurado, es habilitado  como museo en 1958, para lo cual es retirada la colección que integraba la exposición del ex templo de San José para conformar el nuevo museo en el Baluarte de la Soledad, con piezas mayas y de la época colonial. Cabe señalar que también se acondicionó un área para las oficinas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), mismas que permanecen hasta 1995, cuando fueron  trasladadas a la casa del Teniente del Rey.

En 1975 la exposición permanente fue remodelada, convirtiéndose así en un museo de historia colonial. Ese mismo año se colocaron varios monolitos mayas en una sala dedicada al investigador campechano Román Piña Chan, así como esculturas mayas en los arcos que soportan la rampa de acceso a la azotea. En 1992 son abiertas al público las últimas tres salas con que cuenta actualmente el museo, dedicadas a otros estudiosos campechanos: Nazario Quintana Bello, Santiago Pacheco Cruz y Ponciano Salazar Ortegón.

A partir de esta fecha, la colección museográfica se ha ido especializando hasta convertirse en lo que hoy conocemos como Museo de Escultura Maya, el cual está integrado por monolitos labrados en piedra, jambas, dinteles, sillares, altares, etc. Provenientes de diversas zonas arqueológicas del estado.

DESCRIPCIÓN
 
 

Su planta es de forma pentagonal irregular y consta de dos niveles. La planta baja se conforma de seis habitaciones abovedadas, de las cuales, cuatro son salas de exposición, una de sanitarios y la última es utilizada para trabajos de restauración. Antiguamente, estas áreas sirvieron como habitaciones del personal de guardia, como bodega para el almacenamiento de armas y pólvora y como capilla. El acceso a la planta alta es a través de una rampa de mampostería, en dos planos, que descansa en su lado mayor sobre tres arcos. Esta área conocida como terraplén, está rodeada de almenas y troneras, y en sus vértices se hallan garitones.

La gola del baluarte se cerraba originalmente con la prolongación de la muralla que venía del Baluarte de Santiago. Hoy, en su lugar vemos una simple reja que cierra su patio.
 
 

GLOSARIO

Almena: en toscano se llama merlo, son las almenas lo más alto de los muros a modo de torrecillas, dejando entre una y otra igual espacio para poder ver el campo y defenderse, tirando desde ellas a los enemigos.

Baluarte: obra defensiva de planta pentagonal convexa constituida por dos caras que se cortan en ángulo saliente y se quiebran hacia el interior, formando los flancos. El quinto lado llamado gola, suele estar abierto por una puerta y da acceso al interior de la obra. La importancia del baluarte como obra defensiva no depende tanto de su forma como de la  combinación geométrica a que dio origen y que recibe el nombre de frente abaluartado, el cual no es otra cosa que la línea poligonal constituida por dos medios baluartes contiguos y la cortina o lienzo de muralla que los une.

Bóveda: depósito particular de piedras o ladrillos describiendo un arco de círculo, de anchura y espesor variable.

Dintel: bloque de piedra, madera o hierro que encierra por lo alto un vano y forma una banda horizontal. El dintel se sostiene sobre sus jambas o piernas.

Garitón: llamado también garita, es la caseta de piedra, madera o ramaje en el que el centinela se resguardaba de las inclemencias del tiempo. Se construían en los salientes y en los ángulos de espalda de los baluartes.

Gola: en las obras de fortificación abiertas, como baluartes u hornabeques, es la parte posterior que no tiene parapeto, la línea imaginaria que une los extremos de los flancos. A veces la gola se cierra con estacadas.

Jamba: elemento vertical que sostiene un arco o dintel de puerta o ventana.

Rampa: plano inclinado.

Sillar: piedra labrada con la que se forma el muro de un edificio.

Terraplén: es la superficie horizontal de la muralla, terminada del lado de la campaña por un parapeto y del lado de la plaza por un talud interior. Masa de tierra que en cualquier otra obra se eleva sobre el nivel de la  campaña y sirve para la colocación de los defensores y de las maquinas de guerra.

Tronera: proviene de la voz antigua trueno, que generalmente comprendía a las máquinas balísticas. Agujero, abertura hecha en un muro para disparar truenos o máquinas, a salvo por la parte interior. Por extensión hoy aspillera, abertura para arma de fuego manual. La de cañón es cañonera con más propiedad.